domingo, 13 de enero de 2008

Objetivos de largo aliento, no ilusiones de corto plazo

13/01/08
El crecimiento económico y la atenuación de la puja distributiva son clave para la solución de nuestros problemas sociales.

Por: Ricardo Arriazu

La producción de bienes y servicios mostró durante 2007 un crecimiento superior al 8,5%, triplicando por quinto año consecutivo la tasa promedio de crecimiento de nuestra economía durante las últimas décadas. Esto permitió disminuir la tasa de desempleo, incrementar la capacidad de gasto de los trabajadores, mejorar en forma global (aunque con grandes diferencias sectoriales) los beneficios empresariales y fortalecer las finanzas públicas, todo lo cual contribuyó a la atenuación de los serios problemas sociales.Sin embargo, este mismo proceso está generando también una incipiente puja distributiva. Los conflictos salariales y la suba de los impuestos a las exportaciones de algunos sectores son simples ejemplos de esta puja distributiva y de una visión demasiado concentrada en el corto plazo. La atenuación de estos inevitables conflictos es esencial si se desea mejorar las condiciones de vida de todos los argentinos en forma sostenida y permanente. Lograrlo no es sencillo. Los intentos individuales y sectoriales por "apropiarse" de los beneficios del crecimiento y la falta de visión de largo plazo parecen ser inherentes al comportamiento humano y con frecuencia culminan en serios conflictos sociales y políticos. Un proceso de desarrollo no puede consolidarse si no se armoniza el comportamiento de las principales variables económicas, políticas y sociales, y se logra un balance apropiado entre objetivos de corto y largo plazo.Un ejemplo puede contribuir a visualizar los beneficios de un proceso de desarrollo gradual y sustentable, que se base en objetivos de largo plazo y no en ilusiones de corto plazo. Las limitaciones de espacio nos obligan a esquematizar en demasía este ejemplo y a centrarnos en los beneficios sin detenernos en el análisis de cómo lograrlo.Nuestro país debe aspirar a crecer en forma sostenida a un ritmo anual de como mínimo el 5%. Esta aspiración puede parecer moderada, pero duplicaría nuestro ritmo de crecimiento histórico y la tasa de expansión de los principales países industrializados. También superaría el ritmo de crecimiento promedio de la economía mundial (4%), lo que permitiría una muy gradual recuperación de nuestra participación en la economía mundial.Con este ritmo de crecimiento, el empleo debería crecer entre el 2% y el 2,5% por año, superando el ritmo de crecimiento de la población y permitiendo la incorporación sostenida de la mujer en el proceso productivo. Este crecimiento del empleo sería suficiente para eliminar el desempleo involuntario en sólo cinco años y para permitir una mejora gradual y sostenida de la distribución del ingreso.En una economía en crecimiento el empleo público no debería servir como "seguro de desempleo", por lo que debería crecer a un ritmo inferior al de la población, permitiendo que la masa salarial pública crezca a un ritmo muy inferior al de los ingresos, aun tomando en consideración una mejora en los salarios reales.Sin embargo, este crecimiento no sería suficiente para solucionar los problemas laborales de sectores marginados que no cuentan con las habilidades que se requieren en una economía moderna y dinámica, carencias que deberían ser solucionadas con educación y entrenamiento.En una economía que crece más rápido que el resto del mundo, los salarios y los precios de algunos servicios también deben crecer en forma más acelerada, por lo que la tasa de inflación medida en términos de una unidad de cuenta internacional homogénea (¿el dólar?) también debería ser superior al resto del mundo, sin que ello signifique una pérdida de competitividad.En este contexto, el PIB nominal debería crecer a un ritmo no inferior al 8% anual, lo que permitiría más que duplicar su valor en diez años, y triplicar durante los próximos diez años el nivel promedio de los últimos diez años. Esta mejora de los ingresos totales, y la gradual mejora en la distribución del ingreso que surgiría de la eliminación del desempleo, deberían contribuir de manera significativa a atenuar los problemas sociales.La política fiscal (tributaria y gasto público) deberían contribuir también en esta dirección. La situación fiscal debería beneficiarse de un proceso de crecimiento sustentable. Bajo un esquema tributario progresivo, los ingresos fiscales deberían crecer a un ritmo superior al del PIB nominal, al mismo tiempo que los gastos salariales del sector público deberían crecer a un ritmo inferior, lo que permitiría simultáneamente; a) disminuir gradualmente la carga impositiva; b) incrementar la participación del gasto social en el gasto público total; y c) formar un fondo fiscal anticíclico que contribuya a la sustentabilidad del esquema.Todo proceso exitoso de desarrollo contribuye a disminuir la acumulación de ahorros argentinos en el exterior y a atraer capitales externos que se incorporen al proceso productivo. Si se desea evitar que esta reversión del flujo de capitales afecte las cuentas externas es necesario que el sector público incremente su tasa de ahorro mejorando los resultados fiscales.La reducción de la carga impositiva y las mejoras en productividad deberían mejorar la competitividad internacional de nuestro país permitiendo una mayor inserción no conflictiva en la economía mundial (crecimiento de las exportaciones y de las importaciones). Esta inserción repercutirá en un cambio de la estructura productiva, la que debería ser facilitada permitiendo el traslado de recursos productivos (mano de obra y capital) desde los sectores en decadencia relativa a los nuevos sectores dinámicos.Este proceso de desarrollo tiene una dinámica propia muy definida que no debe ser modificada por medidas regulatorias que intenten alterar algunos resultados de corto plazo. La atenuación de las pujas distributivas es un componente esencial de esta dinámica. Nuestra experiencia histórica muestra con claridad cómo estas luchas e interferencias malograron incipientes procesos de desarrollo.


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